Era nuestro primer día en Portugal y nos pilló de pleno la primera ola de calor del verano, así que tuvimos que hacer un cambio de última hora en nuestro itinerario y decidimos visitar la zona de costa para poder así darnos un chapuzón en el océano Atlántico y soportar mejor los 45 grados que hacía.
Cogimos el coche y nos dirigimos desde Lisboa hasta Cascais, que se encuentra a una media hora. De camino nos encontramos con uno de los tantos peajes que hay por las carreteras portuguesas. Este en concreto nos costó 1,35€, tanto a la ida como a la vuelta.
Cascais es un pequeño pueblo costero, destino de aristócratas desde principios del siglo XX, como la familia real española durante su exilio, de ahí sus numerosas villas y palacetes. Desde el primer momento notarás que es un pueblo donde predomina el lujo y el dinero, puesto que alberga un hipódromo, los hoteles son, en su mayoría, de cuatro y cinco estrellas, y es frecuente ver coches caros por las calles.
- Dónde aparcar. En el centro de Cascais tendrás que pagar si quieres dejar el coche aparcado en la calle. Por eso lo mejor es buscar aparcamiento en una zona más alejada e ir andando, ya que el pueblo es pequeño y no tendrás que caminar mucho. Nosotros lo dejamos en la rúa Conde Monte Real. Ahí encontrarás aparcamiento fácilmente y gratuito, y a tan solo diez minutos del centro.
- Dónde comer. Te aconsejo sin duda que comas en el Jardim dos frangos. Está en pleno centro, se come genial y es barato. Allí probé el famoso bacalao à brás (bacalao desmigado con huevo y patatas paja) y estaba exquisito. El almuerzo nos costó 35,20€ y pedimos un plato cada uno y una ensalada para compartir, además de la bebida y un café. No pedimos postre. Si te apetece un helado, tómatelo en la Heladería Santini. Se dice que aquí se hacen los mejores helados de Portugal. Se recomienda probar los de frutas: fresa, mango o coco.
QUÉ VER EN CASCAIS
- CENTRO CULTURAL DE CASCAIS
Es un museo de arte. De él destaca su fachada pintada de color rosa. Originariamente era un convento. Su entrada es gratuita, como en todos los museos de Cascais.
- PARQUE MARECHAL CARMONA
Está formado por los jardines que un día pertenecieron a la Casa de los Condes de Castro Guimaraes. Contienen un estanque para patos, un zoo de animales domésticos, amplias zonas de césped, un área de picnic o una biblioteca infantil. Aunque lo más característico son los numerosos gallos y pavos reales que se pasean a sus anchas por todo el parque.
- MUSEO DE LOS CONDES GUIMARAES
Se encuentra situado en el interior del Parque Marechal Carmona que, antiguamente, fue el jardín de la casa. En su interior hay piezas de arte y mobiliario de los que fueran los dueños de la misma: los Condes de Castro Guimaraes. Nosotros no entramos, pero pudimos apreciar su preciosa fachada.
- FAROL DE SANTA MARTA Y CASA DE SANTA MARÍA
La Casa de Santa María es una ostentosa residencia del siglo XIX abierta al público, desde cuyas ventanas se puede observar el puerto deportivo y la costa de Cascais. Frente a la casa se encuentra el faro azul y blanco de Santa Marta que también contiene un pequeño museo.
- CIUDADELA
El puerto deportivo es la zona de lujo de Cascais y se sitúa bajo la sombra de la Fortaleza da Cidadela, que data del siglo XVI y ha sido convertida en un exclusivo hotel. Resulta interesante dar un paseo mientras se observan los numerosos yates.
- BOCA DEL INFERNO
Es parte de los acantilados que hay a 2 km de Cascais. Su principal característica es una cueva hundida donde las enormes olas rompen contra la pared de la roca. Nosotros fuimos al atardecer, aunque no pudimos disfrutarla en su apogeo puesto que el océano estaba en calma. Aun así, es imponente ver el inmenso agujero que se abre en el acantilado y las formaciones rocosas de alrededor.
Junto a Cascais se encuentra el pueblo de Estoril, al que puedes llegar dando un paseo de una media hora desde el pueblo vecino. Nosotros optamos por ir en coche debido al asfixiante calor que hacía y tardamos unos ocho minutos en llegar. Aparcamos en un pequeño espacio que hay junto al Forte de Sao Teodósio da Cadaveira, en la Avenida Marqués Leal. Nos fuimos directos a la playa a refrescarnos. Elegimos la Playa da Poça, de arena fina y aguas tranquilas, aunque nos pilló con muchas algas, pero era tanto el calor que teníamos que nos dio igual. Si te olvidas la sombrilla en España, como nos pasó a nosotros, ten en cuenta que alquilar una es caro; nos costó 8€.
Seguramente la playa más famosa de Estoril sea la Playa de Tamariz. Se encuentra situada frente a la estación de tren y está muy cercana a los jardines del Casino y rodeada de lujosos palacetes. Aunque no es muy extensa, es agradable ya que no suele haber grandes oleajes ni viento. Junto a ella se encuentra el paseo marítimo. Al lado de la playa se encuentran las piscinas naturales de Tamariz, con estructura de piedra y donde el agua tiene una temperatura suave.
Y hasta aquí nuestro primer día por tierras portuguesas. La verdad es que el primer contacto fue muy bueno. ¿Qué nos depararía nuestro viaje en días posteriores? Pronto lo sabréis.